El punto de inflexión importante en el reparto de África fue la Conferencia de Berlín de 1885, que trató de establecer de mutuo acuerdo entre las potencias las condiciones y derechos de ocupación de nuevos territorios. La carrera colonial se había iniciado con el máximo fervor a partir de 1876 en los años de crisis económica. Por entonces no se había logrado la ocupación total del continente, pero ya comenzaban los roces entre las potencias.
Hasta la Conferencia de Berlín, Francia había ocupado Argelia y Túnez, Costa de Marfil, Gabón, Senegal y Somalia en el Mar Rojo; Inglaterra, Egipto, Sierra Leona, Costa de Oro y Lagos, Sudán y El Cabo; Portugal, Angola y Mozambique; España, Guinea Ecuatorial; e Italia, el mar Rojo y parte de Somalia. Ya empezaban a surgir problemas entre Francia e Inglaterra por la zona de Senegal y Congo, y también con Bélgica, Alemania, Portugal e Italia.
La Conferencia de Berlín trató de precisar, sobre todo, quién tenía derecho a la soberanía de una región, y quién prioridades, siendo la cuestión del imperio continuo lo que más se valoró. Inglaterra quería un Imperio de Norte a Sur, que uniera El Cairo con El Cabo. Francia lo quería de Este a Oeste, y que uniera Senegal con Somalia. Portugal ambicionaba un imperio continuo de Suroeste a Sudeste, que uniera el Atlántico con el Índico, es decir, Angola con Mozambique. Está claro que la consecución de un imperio continuo por parte de Inglaterra impedía que el resto de las potencias lo consiguiera.
La Conferencia Internacional de Berlín: Las rivalidades entre Francia y Bélgica por el Congo y el creciente interés de los comerciantes alemanes por el África central, impulsaron al canciller alemán Bismarck a celebrar una Conferencia Internacional en Berlín entre 1884 y 1885. En ella se adoptaron una serie de acuerdos que debían regir la ocupación del territorio africano:
La libertad de comercio y de navegación por los ríos Níger y Congo.
La abolición de la esclavitud.
El reconocimiento del «Estado Libre del Congo» como una colonia a título personal del rey de Bélgica, Leopoldo II.
El principio de la ocupación efectiva, es decir, era necesario ocupar de verdad un territorio para considerarlo como propio. Este principio aceleró el «reparto de África», pues las potencias se lanzaron a conquistar aquellas tierras que aún no pertenecían a ningún otro país.
REPARTO DE ÁFRICA
En 1898 se realizó el encuentro de tropas francesas e inglesas en Fashoda (África central), encuentro que puso en peligro la paz internacional debido al avance de Gran Bretaña en Sudán para proteger Egipto ante la expansión francesa, lo que revitalizó el plan francés de expandir sus territorios por Fashoda. Gran Bretaña se apresuró a llegar a esta zona antes que Francia y el encuentro de los dos ejércitos estuvo a punto de terminar en conflicto, pero el gobierno francés prefirió claudicar. El problema se resolvió a favor de Gran Bretaña, solucionado con el reparto de áreas de influencia en África entre franceses e ingleses. Todos estos éxitos fueron acompañados por la gran ocupación que los británicos acometieron sobre suelo africano en la última década del siglo: en 1890 se conquistó Zambeze, en 1902 Zanzíbar, Nigeria y la zona del Transvaal. Reino Unido terminó dominando en África las siguientes regiones: Sudán, Egipto; Nigeria, Costa de Oro, Sierra Leona, Gambia; Somalia, Zanzíbar; Uganda, Kenya; Nyasa, Rhodesia, Bechuanalandia; y las Repúblicas Boers de Orange y Transvaal, que formaron en 1910 la Unión Sudafricana.
Partiendo de los asentamientos costeros de la etapa anterior, los franceses se van adentrando en el interior. Al igual que los ingleses, van a tener unas líneas maestras u objetivos a cumplir: el primero de ellos es unir Argelia con el Senegal y con Gabón, algo para lo cual Francia tuvo que esperar a la derrota de Alemania en la I Guerra Mundial para incorporarse el Camerún. El otro gran objetivo fue unir el Atlántico con el Índico a través del Sahara, el cual fue frustrado en Fashoda. La rivalidad con Alemania no tardó en estallar, ya que Alemania tenía pretensiones sobre Marruecos. Con todo, Francia quedaría dueña de un gran imperio que incluía: al Norte de África el Protectorado de Marruecos, el Protectorado de Túnez y el Departamento de Argelia; en África Occidental, la Guinea francesa, Mauritania, Senegal, Níger, Mali, Costa de Marfil, Dahomey (hoy Benin), Alto Volta (hoy Burkina Faso); en África Ecuatorial, Chad, República Centroafricana, Congo y Gabón; en África Oriental, Madagascar, Islas Comores y la Somalia francesa.
Otto von Bismarck no estaba especialmente interesado en la construcción de un imperio colonial —no le veía ventajas—, pero ante las rivalidades y por cuestión de prestigio consiguió en la Conferencia de Berlín la adjudicación de Togo, Camerún, el África del Sudoeste Alemana (actual Namibia) y el África Oriental Alemana (actuales países de Tanzania, Ruanda y Burundi). El objetivo de los alemanes era crear también un cinturón de territorios que uniera el Atlántico con el Índico, como los franceses, pero tras su derrota en la I Guerra Mundial sus territorios fueron repartidos entre Francia y Gran Bretaña.
El rey Leopoldo II de Bélgica, a título particular, había impulsado la conquista y explotación del territorio asociado al explorador Stanley, y desde 1878 habían creado la Asociación Internacional del Congo. En la Conferencia de Berlín se le reconoció la soberanía personal sobre este territorio, que pasará a llamarse Estado Libre del Congo. Las deudas contraídas por el rey con el Estado belga y la imposibilidad de pagarlas hicieron que a la muerte del rey de Bélgica heredase este territorio, que pasó a llamarse Congo Belga.
Portugal estaba asentado desde tiempos inmemoriales en la costa de Angola (Atlántico) y de Mozambique (Índico), e inicia la expansión hacia el interior con la intención de unir los dos territorios, objetivo difícil de cumplir ya que chocaba con el propósito de Gran Bretaña.
Italia se incorporó tarde al proceso colonizador y cuando llegó ya solo queda libre Etiopía y los territorios de alrededor. La conquista de Etiopía se hizo imposible cuando 20.000 italianos fueron derrotados por los etíopes en Adua (1896). Los territorios italianos en África se redujeron a Eritrea en la costa del mar Rojo, Somalia italiana en el Cuerno de África y Libia, incorporada en 1912.
España recibió en África el norte de Marruecos —que conquistó ya bien entrado el siglo XX—, el territorio de Ifni en la costa sur de Marruecos, el Sahara español y Guinea Ecuatorial formada por el territorio continental de Río Muni y la isla de Fernando Poo.
En 1914 sólo quedaban en África dos países independientes: Etiopía y Liberia. El primero por la imposibilidad de su conquista y el segundo porque era un país poblado por antiguos esclavos negros americanos que estaban allí asentados y protegidos por Estados Unidos.
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